Como cada año se acerca la llegada de los reyes magos. En el ambiente se palpa el alboroto de los niños, la expectativa, la espera de que lleguen cargados de los juguetes que han pedido en sus cartas.
Pero para los padres y madres que queremos educar a nuestros hijos con una sensibilidad por el consumo responsable y crítico no son fechas fáciles.
No dejo de observar atónita la cantidad de campañas de publicidad que desde hace ya casi tres meses bombardean a los niños con mensajes que crean en ellos necesidades que no tienen. Y me quedo asombrada de cómo todo el ambiente gira en torno al hecho de llegar al día 6 y que los niños tengan muchos más juguetes de los que tienen ahora. Ya hemos pasado por el Tió y este año he visto que también en algunas casas ha llegado el papá Noel, todos cargados de objetos de mayor o menor calibre.
Me paso todo el año intentando que mis hijos valoren lo mucho que ya tienen, que se pregunten si todos esos objetos que poseen en realidad los hacen felices o simplemente les alegran por un momento y luego esa alegría desaparece cuando llega un nuevo anuncio con otro objeto más fabuloso, más moderno o más grande. Que se cuestionen qué pasa cuando dejan de usar esos juguetes de plástico o por su mala calidad se rompen y pasan a ser un residuo más que contamina el ambiente…
Sin embargo en estas fechas mi lucha parece perdida cuando todos a su alrededor, adultos y pequeños, les preguntan qué han pedido a los reyes, qué les trajeron el Tió y papá Noel y les hacen sentir que tienen mala suerte y que seguramente sus padres no tienen dinero, ya que sólo han recibido uno o dos regalos.
Aunque no lo parezca, yo si creo que esta época puede ser mágica para adultos y niños, que se puede seguir disfrutando de tradiciones como la del Tió y los Reyes Magos o la que tenga cada cultura en estas fechas, porque es importante que los niños sueñen, deseen y disfruten jugando. Pero estoy segura de que todo esto se puede hacer sin centrar nuestra atención en los objetos.
Trabajo acompañando a personas a definir sus metas y a encontrar el mejor camino para realizarlas y se lo importante que es que tengamos grandes deseos, que sepamos escribirlos, que sepamos visualizarnos a nosotros mismos cumpliendo esos deseos, como cuando éramos niños y hacíamos la carta a los Reyes o pedíamos a nuestros padres al Tió o al papá Noel lo que queríamos por navidad.
Sin embargo también se que lo que realmente hace felices a las personas es que esos deseos, ya sean en forma de objetos o experiencias, tengan un sentido más profundo. Porque los objetos en si mismos no dan sentido a nuestras vidas, no la hacen más rica o más provechosa, simplemente son un medio para cubrir necesidades importantes como sentirnos seguros, acompañados, útiles, realizados, parte de un colectivo, etc.
Este año os invito a repensar en la carta a los reyes, aun estamos a tiempo para mostrarle a nuestros hijos que además de los regalos que seguro recibirán, pueden pedir otros deseos que no implican objetos por ejemplo: compañía, respeto, abrazos, tiempo para jugar, la visita de alguien….Y todas las cosas que se le pueden ocurrir a los niños y que corresponden a lo que verdaderamente necesitan.
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